La Organización Mundial de la Salud reconoce que “los derechos sexuales…incluyen el derecho de todos los individuos… a alcanzar el más alto nivel de salud sexual… y a buscar la satisfacción, seguridad y placer sexual”. La sexualidad es un universo simbólico que empieza en la fisiología, atraviesa los tupidos campos de la religión, la psicología, la economía y la política para llegar a la ética. Impregna pues todos los aspectos de la vida y es compleja.
DAÑOS COLATERALES
El cáncer cambia aspectos de la vida incluyendo la sexualidad y el romanticismo. La enfermedad y los tratamientos pueden interferir en la proximidad de la pareja, desgraciadamente, justo cuando más lo necesitan. Se debe asimilar que las erecciones y los orgasmos son sólo un ingrediente de la sexualidad. El afecto, la comunicación, la paciencia y la creatividad son igualmente importantes.
Los pacientes oncológicos presentan fundamentalmente disfunciones sexuales (35-85%). Dentro de estas, las más comunes son: la falta de deseo sexual en ambos sexos, la disfunción eréctil en el varón y la dispareunia o dolor durante el coito en la mujer. El tratamiento de estos problemas incluye aspectos educacionales, farmacológicos y psicoterapia.
Cuando se tiene que hacer una intervención profesional ante un problema sexual la mayoría de las veces basta con dar una información educativa (73%), otras veces hay que modificar el permiso que la persona se da para sentir placer (16%) y en menos ocasiones hay que dar indicaciones específicas o terapia sexual intensiva (10-20%). Un aspecto educacional importante es el ciclo psico-fisiológico de la respuesta sexual humana.
En el siglo XXI se entiende como un modelo circular en el que hay que prestar una atención deliberada al estímulo sexual y los factores biológicos y psicológicos son los que disparan la excitación y ésta el deseo. Si existe una satisfacción sexual y otras recompensas como intimidad o comunicación se vuelve a prestar atención al estímulo sexual ante diferentes motivaciones y se cierra el círculo.
PASOS A SEGUIR
Las direcciones futuras incluyen: un mayor conocimiento de la fisiología y aceptación de la sexualidad como una parte importante de la vida; que los médicos consideren los factores de riesgo de las disfunciones sexuales y aprendan a manejarlas; un mayor diagnóstico mediante cuestionarios validados; e investigar tratamientos farmacológicos y no farmacológicos.