Las plantas medicinales resultan de ayuda en numerosos problemas de salud. Pero en el caso de los resfriados su contribución se vuelve significativa debido al arraigo de su uso tradicional y al hecho de que es una de las patologías en las que menos resultados obtienen los medicamentos. Desde tiempos inmemoriales se emplean en forma de tisanas, gárgaras, vahos, ungüentos, etc. pero con el paso de los años la ciencia ha probado sus propiedades verificadas por la experiencia de siglos.
Entre las plantas recomendadas para las afecciones respiratorias están las que mejoran la respuesta del sistema inmune, como la equinácea, una de las más utilizadas y que ha demostrado mayor eficacia en multitud de ensayos clínicos. Originaria de América del Norte, su extracto acorta la duración y severidad de resfriados y otras infecciones del aparato respiratorio, sobre todo cuando es administrada en cuanto aparecen los primeros síntomas.
Aunque hoy por hoy no se conoce con certeza cuál o cuáles son los principios activos responsables de su actividad, probablemente debido a una acción sinérgica entre sus componentes, sí parecen existir evidencias de su eficacia en el tratamiento y, según algunos trabajos, prevención de afecciones leves y moderadas del aparato respiratorio, ya sean de origen vírico o bacteriano, puesto que parece ser capaz de incrementar las defensas del organismo.
Y es que,como decíamos al principio, esta planta es un estimulador inespecífico del sistema inmune, es decir, activa las defensas del organismo (concretamente los glóbulos blancos), aumentando la producción y actividad fagocitaria tanto de macrófagos como de granulocitos y estimulando la producción de linfocitos T y de las natural-killer. A su efecto inmuno estimulante se le unen propiedades antiinflamatorias, antioxidantes, antibacterianas y antivirales de especial utilidad para el tratamiento de los síntomas catarrales y gripales.
Esta característica hace que el tratamiento con equinácea sea una opción terapéutica especialmente indicada para aquellas personas que tienen el sistema inmunológico debilitado, como los mayores, o tienen recurrentes afecciones respiratorias a lo largo de todo invierno.
Otras plantas que han demostrado su actividad en el aparato respiratorio, esta vez sobre los síntomas propios del resfriado, son el eucalipto, el tomillo o elllantén. Las dos primeras actúan sobre los procesos respiratorios debido a su contenido en aceites esenciales considerados como balsámicos, lo cual significa que tienen efecto antiséptico sobre distintas bacterias al tiempo que fluidifican las secreciones del árbol respiratorio favoreciendo su eliminación.
El aceite esencial de eucalipto ejerce una acción expectorante directa sobre las células secretoras del tracto respiratorio y reduce la tensión superficial de los pulmones. Su forma habitual de administración es a través de inhalaciones (vahos), aunque también puede aplicarse por vía oral. Está indicado para asma, bronquitis, rinitis, faringitis, amigdalitis y gripe.