El cáncer colorrectal (intestino grueso) es la tercera neoplasia más frecuente por incidencia y la cuarta por mortalidad; en los países industrializados el riesgo de desarrollar este tipo de neoplasia a lo largo de la vida varía entre el 2 y el 5%.
Son muchos los factores de riesgo que intervienen en su aparición, como la edad, los hábitos alimentarios, la radiación, los virus, las bacterias y la enfermedad inflamatoria intestinal; a ellos hay que añadir el factor genético, ya que existen formas heredofamiliares que tienen implicaciones diagnósticas y terapéuticas particulares.
Los síntomas del cáncer colorrectal pueden ser diversos, siendo los más frecuentes las hemorragias visibles (sangre roja brillante en las heces) u ocultas (sólo detectables con análisis de laboratorio específicos), los cambios en las deposiciones (estreñimiento o diarrea sin causa aparente ni aparición reciente), el dolor abdominal, el meteorismo y la sensación de hinchazón abdominal, una pérdida de peso rápida e inexplicable. Todos estos síntomas, cuando están presentes, también deben evaluarse en relación con la presencia concomitante de factores de riesgo, la edad del paciente y los antecedentes familiares de neoplasia del intestino grueso. Actualmente existe un programa de cribado para el diagnóstico precoz de neoplasias malignas en pacientes asintomáticos basado en una prueba de sangre oculta en heces seguida, en caso positivo, de una colonoscopia.
Opciones de tratamiento e indicaciones
Todos los pacientes con un diagnóstico de certeza (histológico y/o instrumental) de una neoplasia del colon o del recto y todas aquellas formas de poliposis (pólipos únicos o múltiples) que no sean susceptibles de tratamiento endoscópico (polipectomía endoscópica) son candidatos a la resección quirúrgica de una parte del colon o del recto.
El tratamiento quirúrgico de las neoplasias colorrectales tiene como objetivo la extirpación del segmento de intestino grueso en el que se encuentra la neoplasia con márgenes adecuados de tejido no lesionado y la extirpación de las respectivas estaciones ganglionares regionales.
La operación puede realizarse por laparoscopia o por laparotomía.
La quimioterapia y la radioterapia (para el carcinoma de recto) son tratamientos utilizados para subadjudicar la neoplasia y hacerla así atacable quirúrgicamente (terapias neoadyuvantes), para mejorar los resultados de la cirugía y prevenir las metástasis a distancia (terapias adyuvantes), o con fines paliativos. El tratamiento de la neoplasia primaria debe ir seguido de un seguimiento destinado a prevenir las recidivas y la posible aparición de metástasis a distancia.