El invierno es una época del año en la que debido al frio y la humedad, suelen acontecer reagudizaciones y agravamientos de enfermedades que hasta ese momento se encuentras estabilizadas. Y dentro de la población en general, existe un grupo mucho más vulnerable como son nuestros mayores y esto es así porque el organismo humano tiene la capacidad de mantener constante la temperatura corporal incluso en presencia de variaciones ambientales pero a medida que envejecemos, se producen modificaciones del metabolismo basal, lo que determina cambios en la termorregulación así como en la percepción de la temperatura.
ASMA Y EPOC
Sabemos que en esta época de año son muy frecuentes las reagudizaciones de patologías crónicas respiratorias como es el asma y la EPOC (Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica) como consecuencia de infecciones respiratorias (víricas y/o bacterianas) siendo el número de ingresos hospitalarios de ancianos por infecciones respiratorias en otoño e invierno el triple que en otras épocas del año.
Enfermedades, como la gripe o la neumonía, que están entre las primeras causas de muerte por etiología infecciosa en mayores de 65 años, de ahí la gran importancia de realizar una correcta vacunación antigripal y en algunos casos antineumocócica así como acudir al médico en caso de infecciones respiratorias para poder tratarlas precozmente y evitar complicaciones potencialmente serias.
Esta mayor gravedad de las infecciones respiratorias en personas de más de 65 años está ocasionada por el debilitamiento de sus sistemas defensivos tanto del aparato respiratorio como del sistema inmunológico. Además, ésta peor capacidad defensiva se puede ver incrementada por la presencia de enfermedades como la diabetes y la toma de fármacos como corticoides y/o inmunosupresores.
PROBLEMAS EN EL CORAZÓN
También pueden agravarse patologías cardiovasculares como la hipertensión arterial, la insuficiencia cardiaca y la cardiopatía isquémica, pudiendo provocar una exposición al frio intenso una crisis de ángor (o angina de pecho) y esto es así porque cuando el cuerpo se enfrenta a las bajas temperaturas, se pierde más calor del que se produce y los vasos sanguíneos de la piel deben contraerse para conservar la temperatura corporal.
La vasoconstricción determina que el corazón deba bombear la sangre a través de los vasos contraídos por lo que se observa un aumento de la presión arterial y consecuentemente un riesgo mayor de infarto agudo de miocardio. Algunos cuadros alérgicos son típicos de esta época como la polinosis al ciprés hacia el final del invierno. Otra patología que clásicamente se relaciona con el frío es la patología reumática soliendo reagudizarse tanto la artritis reumatoide como la artrosis, así como la patología dermatológica de zonas expuestas al frio como cara y manos.
CUIDARSE Y HACER EJERCICIO
En resumen, en esta época invernal se debe prestar una especial atención al control de la tensión arterial, al diagnóstico precoz y tratamiento enérgico de infecciones respiratorias agudas, sobre todo en personas afectas de patologías crónicas respiratorias y cardiacas. Es importante el abrigo adecuado de manos y pies para minimizar las patologías dermatológicas y circulatorias.
Hay que evitar el aislamiento en casa debiendo mantener la práctica de ejercicio físico (pasear debidamente abrigados y en las horas menos frías del día) ya que de no hacerlo se corre el riesgo de agravar las patologías osteoarticulares, metabólicas, cardiovasculares, así como la aparición o agravamiento de cuadros depresivos por la falta de relación con otras personas.