La diabetes es la segunda causa de ceguera legal en Estados Unidos y la principal causa de ceguera irreversible en personas de 25 a 74 años de edad. En el mundo occidental, su prevalencia oscila entre el 2% y el 6%, estimándose que un alto porcentaje de casos permanecen sin diagnósticar. FACTORES DE RIESGO. La identificación de los factores de riesgo es la base para la prevención de las complicaciones oculares generadas por la diabetes.
El factor de riesgo más importante para su desarrollo sigue siendo la hiperglucemia prolongada. Niveles altos de hemoglobina glucosilada se relacionan con la aparición y progresión de la retinopatía y del edema macular. Otros factores importantes son la edad, hipertensión arterial, embarazo, tabaquismo, sedentarismo, obesidad y alteraciones de los lípidos en sangre.La hiperglucemia prolongada provoca una alteración en los vasos sanguíneos, que altera el endotelio de los vasos, de forma que aumenta la permeabilidad de éstos.
Esta alteración en la retina es la responsable de que aparezcan hemorragias retinianas, exudados y acúmulos de líquido (edemas). Todo esto se acompaña con una falta de oxígeno en la retina, que el organismo intenta compensar creando nuevos vasos (neovascularización), pero lejos de aportar oxígeno a la retina, lo que genera a la larga son complicaciones como proliferaciones vitreorretinianas, hemorragias vítreas, desprendimientos de retina o glaucomas neovasculares.
LA RETINOPATÍA DIABÉTICA
La retinopatía diabética se puede dividir en dos, la retinopatía diabética no proliferativa (cuando no existen neovasos) y la retinopatía diabética proliferativa (cuando ya existen neovasos). En cualquiera de estas fases se puede afectar la mácula con un edema macular.
Actualmente existen pruebas diagnósticas como la retinografia, angiofluoresceinografia y tomografía de coherencia óptica, para diagnósticar la retinopatía diabética y tratarla lo más precozmente posible. Existen múltiples tratamientos dependiendo del grado de retinopatía diabética, como son la panfotorretinocoagulación retiniana con láser argón, vitrectomía, inyecciones intravítreas de corticoides o de antiangiogénicos.
Todos los tratamientos van dirigidos a intentar frenar el avance de la enfermedad, para no llegar a la retinopatía proliferativa y sus complicaciones como el desprendimiento de retina o el glaucoma neovascular. Tanto las pruebas diagnósticas como la angiografía o los diferentes procedimientos terapéuticos tienen sus riesgos. De forma que habrá que valorar siempre el riesgo-beneficio antes de aplicar alguno de ellos.
Hablamos de una enfermedad sistémica y por muchos tratamientos que apliquemos sobre el ojo del paciente, si la glucemia no la controlamos, la retinopatía diabética seguirá avanzando.