La obesidad es una verdadera epidemia. Es la causa de numerosas complicaciones médicas y sociales. Su tratamiento es complejo y podría mejorarse con una mejor comprensión de sus mecanismos, incluida la adicción a la comida.
La adicción a la comida es un concepto reciente que relaciona los trastornos de la conducta alimentaria (TCA) y el consumo anormal de ciertos alimentos específicos en cantidades exageradas: el azúcar, por ejemplo.
Para distinguir entre verdaderos trastornos del comportamiento y una adicción a determinados alimentos, existe la Escala de Adicción a la Comida de Yale. Se trata de un cuestionario estandarizado desarrollado en 2009 por tres doctores en psicología clínica. En efecto, aunque la adicción a la comida sea un concepto muy debatido y controvertido, está claro, incluso a nivel individual, que es más difícil resistirse a un paquete de patatas fritas o a una buena tarta de chocolate que a un plato de arroz con brócoli.
Adicción a la comida: una proporción significativa de obesos
Según un reciente estudio francés, el 33% de las personas obesas susceptibles de someterse a cirugía bariátrica (y que, por tanto, no padecen trastornos alimentarios clásicos) sufren adicción a la comida. En total, entre las personas obesas o con sobrepeso, el porcentaje de estas adicciones sería del 25%. La mayoría de estas adicciones son graves (57% de los casos) y afectan más a las mujeres (37% frente a 17%). Otros factores sociodemográficos no parecían tener un impacto claro en la prevalencia de estas adicciones. Del mismo modo, las complicaciones clásicas de la obesidad no se vieron agravadas por estas adicciones.
Obesidad, cirugía y adicción a la comida
Cuando nada más funciona, los pacientes obesos suelen recurrir a la última opción disponible: la cirugía. Esta elección suele producirse tras numerosos fracasos y un sufrimiento psicológico exacerbado de los pacientes. Es la última oportunidad de recuperar algo de autoestima. La intervención consiste generalmente en reducir el tamaño del estómago, SLEEVE, o en cortocircuitar la parte superior del intestino donde se absorben los nutrientes (lo que requiere después una suplementación de por vida) para que el paciente pierda peso y sienta menos hambre.
Por otra parte, la operación no resuelve los problemas dietéticos y psicológicos del paciente. Por eso es obligatorio un seguimiento previo con un equipo multidisciplinar que incluya dietistas y psicólogos, y por eso la presencia de un TOC constituye una contraindicación temporal para la operación.
La cirugía bariátrica: la carta de la última oportunidad
Operarse para «curar» la obesidad no es un asunto trivial. Como ya se ha dicho, es necesario un seguimiento multidisciplinar mínimo de seis meses entre la solicitud y el día de la operación. El verdadero problema es todo el camino de la obesidad, que a menudo es demasiado corto y es visto como una formalidad para que los pacientes se operen, no como una forma de evitar la cirugía gracias a la ayuda multidisciplinar ofrecida.
En conclusión
La cirugía de la obesidad sigue siendo la forma más eficaz de «salir» de la obesidad.
Las causas de la obesidad siguen siendo múltiples: genéticas, sociales, dietéticas, psicológicas.
La detección de trastornos alimentarios y adicciones es esencial para corregirlos, al menos parcialmente, antes de la operación.
Después de la operación, un seguimiento a muy largo plazo es esencial para corregir inmediatamente un trastorno alimentario, cuya ausencia conduciría a una recuperación del peso y a un fracaso casi definitivo de la cirugía bariátrica.
El papel del dietista-nutricionista es por tanto ESENCIAL a través de su contacto y asesoramiento, señala la Dra. Ana García Navarro, especialista en cirugía bariátrica en Madrid.